Batalla tecnológica en “Una Guerra Brillante”


Benedict Cumberbatch interpreta a Thomas Alva Edison en “Una Guerra Brillante”. Foto: IMDB.

Antes de las batallas entre Coca Cola y Pepsi, Burger King y MacDonalds, o la más reciente, Android contra IOS, hubo una que marcó el futuro de la humanidad y la forma en que se concibió la vida y hasta las condenas a muerte.

Me refiero a la que sostuvieron Thomas Alva Edison, famoso inventor estadounidense a quien le debemos el foco incandescente, lo que modificó la manera de iluminar la vida diaria, y George Westinghouse, ingeniero que desarrolló el freno neumático para los trenes.

Un breve repaso de esta guerra comercial es la que refleja el director Alfonso Gómez-Rejón en la película “Una Guerra Brillante” (“The Current War”, 2017).

En la trama, Westinghouse (Michael Shannon) desea aportar algo más que su freno neumático y piensa en la iluminación eléctrica como una opción más económica que la basada en gas, para ello cita a Edison (Benedict Cumberbatch), inventor de la bombilla incandescente, pero quien se encuentra en una eterna búsqueda de fondos para desarrollar su propia compañía eléctrica.

El acercamiento entre ambos personajes no se da y si bien Edison desarrolla su propia compañía eléctrica, Westinghouse encuentra que la corriente directa usada por “El Mago de Menlo Park” tenía fallas que provocaban que la generación de iluminación eléctrica no fuera lo económica que se presumía.

Debido a eso y con la ayuda de Franklin Pope (Stanley Townsend) y la posterior incorporación de Nikola Tesla (Nicholas Hoult), Westinghouse desarrolla una alternativa con la corriente alterna y otras patentes de bombillas.

Así, en la trama de la película se observa cómo cada uno de los rivales da un golpe que bambolea las intenciones del otro competidor, al grado que Edison para justificar su uso de corriente directa, aseguraba que la corriente alterna era peligrosa para la vida humana, e incluso para probar su punto mató un caballo.

Esto abrió otro frente en la guerra, ya que Edison, quien no quería crear nada que matara a un ser humano, buscó desacreditar a su rival y mantenerse alejado del uso de la electricidad para inventar la silla eléctrica.

La cinta, con guion de Michael Witnick y que llega a las salas de cine casi tres años después de su filmación, es un buen acercamiento a la época (finales del siglo 19 e inicios del 20), y permite interesarnos por los inventos y aportes de los personajes mostrados en ella.

Destaca la música de Volker Bertelmann y Dustin O’Halloran.


Crítica: 3/5 estrellas 

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